No hay más que silencio. No hay gente, no hay movimiento, no hay sombras…
Únicamente un silbido en el aire, algo agudo y punzante, que se filtra en los oídos de la mujer, provocandole un dolor semejante al de una aguja clavandose en su piel.
Observa el cielo, con los ojos entrecerrados, y distingue a lo lejos una piramide, recortando un horizonte de color rojizo, que arranca destellos de rubí de los plafones de cristal que recubren aquella magnificiencia.
Decide echar a correr hacia ella, aunque no sabe porqué. Escucha a su corazón, latiendo desaforadamente en su pecho, y ya no se siente tan extrañamente sola.
Se detiene en un cruce, y se apoya en un gran robot que ya no se mueve ni se inmuta, ni hace el trabajo que debe hacer.
Suspira, disfrutando del contacto con el frío metal, y siente sueño, y se siente tentada a dormir… pero, otra vez el zumbido, y mucho más agudo, la obliga a taparse los oídos, como si eso pudiera ayudarla…
Tuerce el cuello, se tapa la oreja con el hombro y tantea el bolsillo de su chaleco ; saca una pequeña Pda y la conecta, con ferviente ánimo busca algún tipo de información, alguna pista¡¡algo!!
Porque, no es normal. Nada es normal. No hay bullicio ni pequeñas tartanas desplazandose por el cielo, ni todas esas comodidades que el futuro les ha dado. Y quiere saber¡¡necesita saber!!
Pero sólo aparece una misma imagen en su pantalla.
La misma que vió, recortandose en el firmamento. Píxel a píxel, se forma una pirámide, aunque aquella está llena de lodo y sangre y cuerpos inertes… Y se estremece de horror, sintiendo el desánimo cubrir su alma.
Y envidia aquellos sueños felices, los que dejó de tener cuando abandonó su infancia, y desea que todo sólo sea una pesadilla.
Deja caer al suelo el cachivache, fijando su vista en un hombre, que se acerca a ella con paso lento, mirandola fíjamente, y sabe que algo no anda bien. Son sus ojos. O el cabello pastoso, que le cae sobre los hombros como hebras de petroleo, o el traje de contable, o ejecutivo…
De repente, siente el peligro, y huye… corre con todas sus fuerzas, y destierra de su mente la idea de esconderse, porque sabe que la encontrará.
No sabe cómo. Pero lo hará…
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